¿De quién es la culpa?
Ollanta y Keiko a segunda vuelta. Todo el mundo anda espantado como si eso significara el fracaso de la democracia en el Perú. El fracaso de la democracia se ha venido remarcando desde el gobierno de Alan (el anterior, no este). Desde que los olvidados han ido multiplicándose hasta representar un amplio sector de los votantes.
El fracaso de la democracia lo vinieron construyendo con mucha paciencia y ceguera los que nos han gobernado estos últimos 30 años.
(imagen extraida de aqui)
Esta segunda vuelta es complicada no porque los candidatos signifiquen dictadura: Fujimori debiera ser un apellido prohibido en este país, una familia que vivió de destruir al país no debería siquiera existir en las elecciones; mientras que a Ollanta lo acusan de militar (esa acusación es alucinante), lo acusan de chavista, de acollerarse con Lula.
El gran problema al que nos enfrentamos millones de peruanos es a nosotros mismos, a nuestra ignorancia, a nuestro dejarnos llevar por los medios.
En estos días, en estos poco menos de dos meses que quedan para elegir presidente, pocos somos los que vamos a leer el plan de gobierno, los que vamos a observar la gente que acompaña a cada candidato: Ollanta lleva al Congreso (ese que apesta a orín) a varios candidatos que podrían ayudar a mejorar la imagen del Estado, mientras que Keiko Fujimori lleva a su hermano (que también estudió afuera con nuestra plata y está enamorado de su perro) y a una serie de impresentables que no son más que reciclados del gobierno corrupto de su padre. Pocos somos los que nos informaremos por quién votar.
¿De quién es la culpa? Para empezar, de nosotros, porque ser ignorantes nos da la oportunidad de negar responsabilidad de lo que pase. La culpa más grande la tienen los empresarios, la gente de dercha, los toledos y los PPKas y los Castañedas que quisieron mantenerse en el poder bien acomodados, pero ni siquiera en eso pudieron ponerse de acuerdo.
Los medios: los grandes culpables. Los que, felices, desinforman, asustan, embrutecen a la población. Esos pasquines de medio pelo que terminan siendo poco menos que basura a la hora de apoyar a la gente a que tome decisiones. Esos pobres remedos de medios de comunicación que ni siquiera tienen gente informada, que provocan - y a veces "caen" - en las estupideces que llaman "campaña electoral".
Todos somos culpables de que los grandes empresarios hayan perdido.
¿Seremos capaces de crear un frente que ayude a decidir u voto consciente? Ojalá.
Mientras tanto, tengo que empezar mi campaña a favor de Ollanta Humala, por una razón muy simple: Keiko Fujimori está vinculada al delincuente más grande de la historia del Perú: su padre. Y su candidato a vice presidente, el inefable Rafael Rey está tan preocupado por les Derechos Humanos como yo lo estoy por una pepa de papaya en Ucrania.
Por dignidad, amor propio y por el Perú, ese apellido debe desaparecer de la política peruana y figurar en los libros como referencia del daño que puede sufrir un país.