Regresó Hurtado Miller, uno de los más representativos fujimoristas. Pero regresa cuando su delito ya prescribió, en una clara burla a la justicia peruana (por eso varios candidatos al Congreso proponían la imprescriptibilidad de los delitos de corrupción).

Carlos Raffo se aleja de su partido Fuerza 2011, siendo el más aguerrido defensor de la dinastía Fujimori. Ahora tendrá que enfrentarse a la justicia peruana, de la que supo escaparse con aires de grandeza gracias a su inmunidad parlamentaria. Es obvio que - igual como lo hizo Alberto Fujimori declarándose culpable por delitos de corrupción - lo hizo para no perjudicar la campaña de Keiko, a Carlos Raffo le conviene pasar a la clandestinidad discresión total, por lo menos en estas semanas - porque como nunca tuvo nada importante que decir, su juicio pasará discretamente para evitar perjudicar la campaña de Keiko.

Podría apostar que la final, si Keiko gana las elecciones, recibiría un premio generoso y discreto, algo así como el cargo que tuvo Carlos Arana en el gobierno aprista manejando Foncodes o algo parecido.

El problema es que ahora que quiso alejarse de los medios, aparece Miller y la imagen de la corrupción se vuelve más fuerte, y el equipo de Huamala no creo que deje pasar esta oportunidad.